Todo lo que no sea un gobierno de concentración que abra un proceso constituyente, con república, con nombramientos internos de los jueces, con la derogación de la ley electoral del sistema d'Hont y con un sistema de partidos en el que las fuerzas regionalistas formen un solo grupo por comunidad, variable en diputados según el voto, pero con una sola voz, es una condena sistémica y un problema para la gobernabilidad del país. La única duda es cuándo llegará el punto de no retorno y la disolución total.
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