En un tenso y polémico encuentro en el majestuoso Palacio de La Aljafería, la presidenta de las Cortes de Aragón, representante de Vox, protagonizó un desencuentro público que dejó atónitos a los presentes. En un gesto que no pasó desapercibido, esta líder política mostró su desprecio al saludo de Irene Montero, la ministra de Igualdad, y su secretaria de Estado, en un evento previo a una jornada europea sobre derechos sexuales y reproductivos.
El choque de posturas y filosofías políticas entre la ministra, defensora de los derechos y la igualdad de género, y Marta Fernández, la controvertida representante de la ultraderecha que previamente había cuestionado la integridad de Montero, se hizo palpable en este episodio incómodo. Fernández había expresado que Montero solo sabía "arrodillarse para medrar", desencadenando un clima de tensión que culminó en este enfrentamiento en el corazón de la política aragonesa.
El escenario del Palacio de La Aljafería, cargado de historia y simbolismo, se convirtió en el epicentro de un enfrentamiento ideológico que refleja las divisiones profundas en la sociedad y la política contemporáneas. Este incidente no solo capturó la atención de los asistentes al evento, sino que también generó un amplio debate en la opinión pública sobre la polarización política y los desafíos que enfrenta la sociedad en cuestiones relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos en la actualidad.